Tener síntomas debilitantes.
La incomprensión de tu equipo de médicos y terapeutas.
Ver como tu médico ignora tus síntomas y te dice que “está todo en tu cabeza”.
Ir de médico en médico y de experto en experto sin mejorar.
Haber probado todas las recomendaciones de tu médico y seguir teniendo síntomas.
Tener miedo a comer por culpa del dolor, indigestión, e hinchazón que sientes cada vez que comes algo.
Empeorar año tras año y que te digan que “es la edad”.
Gastarte un dineral en medicamentos, suplementos, y terapias que no acaban de revertir tus síntomas.